El valor atribuido al papel blanco en el que los blancos dibujaban tuvo que ser muy estable, a pesar de que los naturales aprendieron a hablar su lengua y a pesar de que algunos, también dominaron la lectura.
En el proceso de comunicación entre españoles e indios habría un momento de estupor. Pero el deseo conocer, de darse a conocer, la necesidad de alimentarse, de cobijarse, el cumplimiento de los propósitos tuvieron que incitar a los españoles a buscar un modo de conseguir un entendimiento relativo. Por una parte, se practico el sistema de intercambio de presentes, en señal de paz, y el intercambio de productos, para el mutuo abastecimiento.
Por otra parte, se doto a la expresión y a los gestos se tanta información como pudiera transmitir: desde lo más elemental hasta lo más abstracto. Se dio contenido a los ritos y ceremonias, se participó en ellos, acercándose unos a otros. Con todo, hubo sentimientos de extrañeza ante lo que era práctica habitual. El papel escrito de los españoles frente a los modos de conservar la información que los naturales utilizaban.
El mejor ejemplo de una reacción de incomprensión del indio:
El sacerdote Vicente de Valverde emerge de las sombras y sale al encuentro de Atahualpa. Con una mano alza la Biblia y con la otra un crucifijo, como conjurando una tormenta en alta mar, y grita que aquí está Dios, el verdadero, y que todo lo demás es burla. El intérprete traduce y Atahualpa, en lo alto de la muchedumbre, pregunta:— ¿Quién lo dijo?
—Lo dice la Biblia, el libro sagrado.
—Dámela, para que me lo diga.
A pocos pasos, detrás de una pared, Francisco Pizarro desenvaina la espada.
Atahualpa mira la Biblia, le da vueltas en la mano, la sacude para que suene y se la aprieta contra el oído:
—No dice nada. Está vacía.
Y la deja caer.
Emma Martinell Gifre, La comunicación entre españoles e indios: palabras y gestos. Editorial MAPFRE, S.A. madrid españa, capitulo IV: La Comunicación Mediante Gaestos, biblioteca Aurelio Polit
No hay comentarios:
Publicar un comentario