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domingo, 5 de junio de 2011

DIFICULTAD DE HABLAR DE “LO NUEVO “

CUANDO LOS ESPAÑOLES CONQUISTARON NUESTROS TERRITORIOS, MODELOS DE DESCRIPCION PARA AMÉRICA
América era un continente totalmente extraño para los españoles que llegaron allí a fines del siglo XV, al contrario de lo que sucedía con Asia y África, continentes acerca de los cuales o, al menos, de parte de los cuales, se tenía un conocimiento acumulado o progresivo. Los españoles se maravillaron al llegar a este nuevo continente, al cual Marco Polo describe con una belleza y pasión increíbles en sus manuscritos. Igual que desfiguraron la llegada los testimonios de los nativos, que creyeron estar frente a enviados de los dioses, de sus dioses, y se sorprendieron de las barbas, los ropajes, los caballos, las armas de fuego y el papel escrito.
Los colonizadores españoles impusieron su forma de vida, su religión, pero por sobre todo su lenguaje, el mismo que fue implantado obligatoriamente en los indígenas. Éstos se vieron forzados a aprender  todo eso de manera inmediata, sino seguirían con su sufrimiento prolongado y su agonía interminable. Los seres, objetos y usos para los que no se disponía de nombre español, porque se desconocían en España, podían adoptar, en boca de los españoles, su nombre indígena. Por esta razón penetraron indigenismos en nuestra lengua, los más comunes de los cuales lo hicieron con rapidez y contundencia tales que el hablante actual, no teniendo la palabra una estructura fónica llamativa, habrá de ser informado de que tal voz es un indoamericanismo. Sirvan de ejemplo: culebra, chocolate, jícara, petaca, plátano, tiza y tomate.  La mejor prueba de la incorporación de los indigenismos se da cuando la voz india se aprovecha, a su vez, para hacer comprensible otra palabra, igualmente indígena.
Cuando el español quiere hablar de algo nuevo para él, de lo que no se conoce el nombre, el proceso que seguirá consiste en una descripción que haga comprensiva la realidad al lector que lea el texto, el cual, posiblemente, nunca verá sus ojos esa realidad. Los indigenismos, que desde principios del siglo XVI están presentes en todos los documentos referidos a América, no son tan usuales en la lengua de la literatura de imaginación. 

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