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miércoles, 15 de junio de 2011

Modos de Denominación para Comprender la Legua y la Cultura Indígena

Los españoles se valieron de muchos medios para dominar las realidades del Nuevo Mundo, tenían a toda costa que asimilar las costumbres, entender los ritos practicados, interpretar las creencias, descubrir las organizaciones familiares y sociales.
No existían más que tres caminos para para analizar las lenguas indígenas: el primero fue tomar el nombre nativo que utilizaban los indígenas, en donde debían reproducir los sonidos que oían, además se podían tomar las palabras de una de las lenguas generales, en donde la mayor parte de indigenismos que quedaron incorporados en el español procedían de las lenguas taína, náhuatl, quechua y tupí-guaraní. El segundo consistía en ponerle un nombre basándose en alguna característica del objeto. Y por último se suponía usar el nombre de algo que se conocía en España que tuviera al menos alguna semejanza.
En la tarea evangelizadora, los misioneros identificaron lenguas, describieron sus estructuras, se adiestraron en ellas y las regularizaron mediante artes y vocabularios, y gramáticas; aparte de los catecismos, doctrinarios, sermonarios y confesonarios. Fue un aporte cien­tífico a la filología, el mayor realizado hasta entonces, que no se con­cibió por un afán de saber, sino por la necesidad de dar a conocer la religión y poder impartir los sacramentos.
A continuación un testimonio, para que se pueda deducir cómo se comunicaban los religiosos que se embar­caban para el Nuevo Mundo.
En uno, hay referencia, en la cita del padre Lozano, al trato que reciben unos indios en la Misión jesuítica:
“A los tres les daba no el vestido ordinario, como a los demás, sino otro mucho mejor, que el mismo Padre, cor las manos les cortaba, y cosía, para lo cual se humilló a aprender el oficio de sastre, y le ejercitaba en los ratos que le sobraban de los ministerios, y de noche. Privilegiábamos en la comida, dándoles mejor ración que a los demás, con que tenían mejor mesa que la del mismo Padre, pues esta se reducía a un pedazo de carne de vaca, novillo o toro mal asado, y un poco de maíz molido, y para los tres Indios buscaba cuanto podía, procuraba agradar a los tres referidos Indios”



 Emma Martinell Gifre, La comunicación entre españoles e indios: palabras y gestos. Editorial MAPFRE, S.A. madrid españa, biblioteca Aurelio Polit. pag.  108 a 120. 




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